Aunque la escritura (generalmente la firma) no es una característica
estrictamente biométrica, como hemos comentado en la introducción se suele
agrupar dentro de esta categoría; de la misma forma que sucedía en
la verificación de la voz, el objetivo aquí no es interpretar o entender
lo que el usuario escribe en el lector, sino autenticarlo basándose en
ciertos rasgos tanto de la firma como de su rúbrica.
La verificación en base a firmas es algo que todos utilizamos y aceptamos
día a día en documentos o cheques; no obstante,
existe una diferencia fundamental entre el uso de las firmas que hacemos en
nuestra vida cotidiana y los sistemas biométricos; mientras que habitualmente
la verificación de la firma consiste en un simple análisis visual sobre una
impresión en papel, estática, en los sistemas automáticos no es posible
autenticar usuarios en base a la representación de los trazos de su firma. En
los modelos biométricos se utiliza además la forma de firmar, las
características dinámicas (por eso se les suele denominar Dynamic
Signature Verification, DSV): el tiempo utilizado para rubricar, las veces que
se separa el bolígrafo del papel, el ángulo con que se realiza cada
trazo...
Para utilizar un sistema de autenticación basado en firmas se solicita en
primer lugar a los futuros usuarios un número determinado de firmas ejemplo,
de las cuales el sistema extrae y almacena ciertas características; esta
etapa se denomina de aprendizaje, y el principal obstáculo a su correcta
ejecución son los usuarios que no suelen firmar uniformemente. Contra este
problema la única solución (aparte de una concienciación de tales
usuarios) es relajar las restricciones del sistema a la hora de aprender
firmas, con lo que se decrementa su seguridad.
Una vez que el sistema conoce las firmas de sus usuarios, cuando estos desean
acceder a él se les solicita tal firma, con un número limitado de intentos
(generalmente más que los sistemas que autentican mediante contraseñas, ya
que la firma puede variar en un individuo por múltiples factores). La firma
introducida es capturada por un lápiz óptico o por una lectora sensible
(o por ambos), y el acceso al sistema se produce una vez que el usuario ha
introducido una firma que el verificador es capaz de distinguir como
auténtica.
© 2002 Antonio Villalón Huerta