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Cada vez es más habitual que las empresas contraten los servicios de
seguridad de una compañía externa, especializada en la materia, y que
permita olvidarse - relativamente, como veremos después - al personal de
esa empresa de los aspectos técnicos y organizativos de la seguridad, para
poder centrarse así en su línea de negocio correspondiente; esta
política es lo que se conoce como outsourcing y se intenta traducir
por `externalización', aplicado en nuestro
caso a la seguridad corporativa. A los que somos puramente técnicos muchas
veces se nos olvida que la seguridad en sí misma no es ningún fin, sino
una herramienta al servicio de los negocios, y por tanto nuestros esfuerzos han
de ir orientados a proteger el `patrimonio' (humano, tecnológico,
económico...) de quien contrata nuestros servicios: al director de una
gran firma probablemente le importe muy poco que hayamos implantado en sus
instalaciones el mejor cortafuegos del mercado junto a un fabuloso sistema
distribuido de detección de intrusos si después un atacante puede entrar
con toda facilidad en la sala de máquinas y robar varias cintas de backup con toda la información crítica de esa compañía; y si esto
sucede, simplemente hemos hecho mal nuestro trabajo.
>Por qué va a querer una empresa determinada que personas ajenas a la misma
gestionen su seguridad? Al fin y al cabo, estamos hablando de la protección
de muchos activos de la compañía, y encomendar esa tarea tan crítica
a un tercero, de quien en principio - ni en final - no tenemos porqué
confiar, no parece a primera vista una buena idea...Existen diferentes
motivos para llegar a externalizar nuestra seguridad; por un lado, como hemos
comentado, un outsourcing permite a la empresa que lo contrata
despreocuparse relativamente de su seguridad para centrarse en sus líneas
de negocio. Además, al contratar a personal especializado - al menos en
principio - en la seguridad se consigue - también en principio - un nivel
mayor de protección, tanto por el factor humano (el contratado ha de tener
gente con un alto nivel en diferentes materias de seguridad para poder ofrecer
correctamente sus servicios) como técnico (dispondrá también de productos
y sistemas más específicos, algo de lo que probablemente el contratante
no puede disponer tan fácilmente). Teóricamente, estamos reduciendo riesgos
a la vez que reducimos costes, por lo que parece que nos encontramos ante la
panacea de la seguridad.
Desgraciadamente, el mundo real no es tan bonito como lo se puede escribir
sobre un papel; el outsourcing presenta a priori graves
inconvenientes, y quizás el más importante sea el que ya hemos adelantado:
dejar toda nuestra seguridad en manos de desconocidos, por muy buenas
referencias que podamos tener de ellos. Muchas empresas dedicadas a ofrecer
servicios de gestión externa de seguridad están formadas por ex-piratas
(<incluso existen algunas de ellas que se jactan de esto!), lo cual no deja de
ser contradictorio: estamos dejando al cuidado de nuestro rebaño a lobos, o
cuanto menos ex-lobos, algo que plantea, o debe plantear, ciertas
cuestiones éticas. No voy a expresar de nuevo mi punto de vista (que no deja
de ser una mera opinión) acerca de los piratas, porque creo que ya ha quedado
suficientemente claro en diferentes puntos de este documento, así que cada
cual actúe como su conciencia o sus directivos le indiquen. Por supuesto,
tampoco quiero meter a todo este tipo de compañías en un mismo saco,
porque por lógica habrá de todo, ni entrar ahora a discutir acerca de si
para saber defender un entorno hay que saber atacarlo, porque una cosa es saber
atacar (algo que se puede aprender en sistemas autorizados, o en nuestro
propio laboratorio, sin afectar a ningún tercero) y otra defender que sólo
un antiguo pirata es capaz de proteger correctamente un sistema.
Aparte de este `ligero' inconveniente del outsourcing, tenemos otros
tipos de problemas a tener también en cuenta; uno de ellos es justamente el
límite de uno de los beneficios de esta política: ya que la
externalización permite a una empresa `despreocuparse' de su seguridad,
podemos encontrar el caso - nada extraño - de un excesivo
`despreocupamiento'. Actualmente, el abanico de servicios que ofrece cualquier
consultora de seguridad suele abarcar desde auditorías puntuales hasta
una delegación total del servicio pasando por todo tipo de soluciones
intermedias, y lo que justifica la elección de un
modelo u otro es un simple análisis de riesgos: el riesgo de la solución
externalizada ha de ser menor que el nivel de riesgo existente si se gestiona
la seguridad de forma interna. En cualquier caso, al externalizar se suele
introducir una cierta pérdida de control directo sobre algunos recursos de la
compañía, y cuando esa pérdida supera un umbral nos encontramos ante
un grave problema; en ningún caso es recomendable un desentendimiento
total de los servicios externalizados, y el contacto e intercambio de
información entre las dos organizaciones (la contratante y la contratada) han
de ser contínuos y fluidos.
Cuanto más alejada de las nuevas tecnologías se encuentre la
línea de negocio de una determinada empresa, más recomendable suele ser
para la misma adoptar una solución de outsourcing ([LU02]);
esto es evidente: una empresa frutera, independientemente de lo grande o
pequeña que sea, pero perteneciente a un área no relacionada con nuevas
tecnologías, rara vez va a disponer de los mismos recursos humanos y
técnicos para destinar exclusivamente a seguridad que una empresa de
telecomunicaciones o informática. Es habitual - y así debe ser - que
el nivel de externalización sea mayor conforme la empresa contratante se
aleje del mundo de las nuevas tecnologías, contemplando un amplio abanico
que abarca desde la gestión de elementos concretos de protección (como un
firewall corporativo) o auditorías y tests de penetración
puntuales hasta soluciones de externalización total; en cualquier caso, es
necesario insistir de nuevo en el error de `despreocuparse' demasiado de la
gestión de nuestra seguridad: incluso a esa empresa frutera que acabamos de
comentar le interesará, o al menos así debería ser, recibir como
poco un informe mensual donde en unas pocas hojas, y sin entrar en aspectos
demasiado técnicos, se le mantenga al día de cualquier aspecto relevante
que afecte a su seguridad.
>Qué areas de nuestra seguridad conviene externalizar? Evidentemente, no
existe una respuesta universal a esta pregunta. Existen áreas que por su
delicadez o criticidad no conviene casi nunca dejar en manos de terceros, como
es el caso de la realización y verificación de backups: todos hemos
escuchado historias graciosas - o terribles, según en que lado estemos -
relacionadas con errores en las copias de seguridad, como ejecutar la
simulación de copia en lugar de una copia real para finalizar más
rápidamente el proceso de backup. No obstante, elementos importantes
pero no críticos a priori, como los tests de penetración, de
visibilidad o las auditorías de vulnerabilidades, que habitualmente se
suelen externalizar, ya que incluso existen empresas de seguridad especializadas
en este tipo de acciones. Otro ejemplo de área a externalizar puede ser la
gestión de los cortafuegos corporativos, trabajo que en demasiadas ocasiones
recae sobre el área de Seguridad propia y que como veremos en el próximo
punto no debería ser así. En definitiva, no podemos dar un listado
donde se indiquen por orden las prioridades de externalización, ya que es
algo que depende completamente de cada compañía y entorno; ha de ser el
personal de la propia compañía, asesorado por consultores de seguridad
y por abogados (recordemos que la LOPD está ahí), quien decida qué y
de qué forma gestionar en outsourcing.
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2003-08-08