Típicamente la huella dactilar de un individuo ha sido un patrón bastante
bueno para determinar su identidad de forma inequívoca, ya que está
aceptado que dos dedos nunca poseen huellas similares, ni siquiera entre
gemelos o
entre dedos de la misma persona. Por tanto, parece obvio que las huellas
se convertirían antes o después en un modelo de autenticación
biométrico: desde el siglo pasado hasta nuestros días se vienen
realizando con éxito clasificaciones sistemáticas de huellas dactilares en
entornos policiales, y el uso de estos patrones fué uno de los primeros en
establecerse como modelo de autenticación biométrica.
Figura 8.2:
Huella dactilar con sus minucias extraídas. ©1998 Idex
AS, http://www.idex.no/.
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Cuando un usuario desea autenticarse ante el sistema situa su dedo en un
área determinada (área de lectura, no se necesita en ningún momento una
impresión en tinta). Aquí se toma una imagen que posteriormente se
normaliza mediante un sistema de finos espejos9.2
para corregir ángulos, y es de
esta imagen normalizada de la que el sistema extrae las minucias (ciertos arcos,
bucles o remolinos de la huella) que va a comparar contra las que tiene en su
base de datos; es importante resaltar que lo que el sistema es capaz de analizar
no es la huella en sí sino que son estas minucias, concretamente la
posición relativa de cada una de ellas. Está demostrado que dos dedos nunca
pueden poseer más de ocho minucias comunes, y cada uno tiene al menos 30 o
40 de éstas (en la figura 8.2 podemos ver una imagen
de una huella digitalizada con sus minucias). Si la comparación de las
posiciones relativas de las minucias leídas con las almacenadas en la base
de datos es correcta, se permite el acceso al usuario, denegándosele
obviamente en caso contrario.
Los sistemas basados en reconocimiento de huellas son relativamente baratos
(en comparación con otros biométricos, como los basados en patrones
retinales); sin embargo, tienen en su contra la incapacidad temporal de
autenticar usuarios que se hayan podido herir en el dedo a reconocer (un
pequeño corte o una quemadura que afecte a varias minucias pueden hacer
inútil al sistema). También elementos como la suciedad del dedo, la
presión ejercida sobre el lector o el estado de la piel pueden ocasionar
lecturas erróneas. Otro factor a tener muy en cuenta contra estos sistemas es
psicológico, no técnico: hemos dicho en la introducción que un sistema
de autenticación de usuarios ha de ser aceptable por los mismos, y
generalmente el reconocimiento de huellas se asocia a los criminales, por lo que
muchos usuarios recelan del reconocedor y de su uso ([vKPG97]).
© 2002 Antonio Villalón Huerta